Fratelli Maristi
Piazzale M. Champagnat, 2
CP 10.250 - 00144, Roma, Italia
Queridos Hermanos y amigos de la comunidad marista:
Les hago llegar este saludo de felicitación para cada uno de ustedes con ocasión de un nuevo hito en la gloriosa historia de la vida y la misión maristas en Cuba. Ante todo, una palabra de bienvenida al H. Yoandi, nuestro neo-profeso: que este paso que das hoy sea el primero de un itinerario que te acerque cada día más al Señor Jesús y a su Evangelio. Una palabra de gratitud para tu familia, por todo lo que ha hecho para permitirte llegar a este momento, y al H. Jesús Bayo, tu Maestro de novicios, así como a todos los que han ayudado en tu formación en estos últimos años.
Un agradecimiento muy especial a Mons. Emilio Aranguren Echeverría, actual Obispo de Holguín y afiliado al Instituto, quien fue el primero en soñar con el regreso de la vida marista a esta isla de rica historia y lugar en nuestra Iglesia. Mons. Emilito, le estoy personalmente muy agradecido, así como todos los hermanos del Instituto, por su esfuerzo incansable a lo largo del camino: sus frecuentes viajes a Roma mientras planificábamos, su paciencia a medida que se desarrollaba el proceso y su apoyo desde que establecimos la primera comunidad en Cienfuegos. Si hay alguien que debiera sentirse orgulloso por esta nueva fundación marista en Cuba es usted. Muchas gracias.
Gracias igualmente a cada uno de mis hermanos q ue han modelado el corazón de este proyecto. Al H. Carlos Martínez Lavín, quien creyó en el proyecto desde su origen y esperó pacientemente que llegara el día de su entrada a Cuba. Gracias por su persistencia en establecer la primera comunidad, su celo evidente por la vida marista, su disposición a correr los riesgos necesarios para fundar sólidamente el sueño de Marcelino. Gracias también a los hermanos Efraín y Héctor, quienes formaron con Carlos la primera comunidad y tanto han hecho para establecer vínculos con los cubanos. Recuerdo muy bien mi visita a Cienfuegos hace algunos años y la admiración con que contemplé todo lo que ustedes habían sido capaces de lograr en tan poco tiempo.
Gracias también a Salvador, a Carlos y a Jesús, que se unieron más tarde al proyecto. Su paciencia para esperar el permiso de entrada es modelo y ejemplo para todos. Nunca perdieron la esperanza de que llegaría el momento de seguir la llamada del Señor a trabajar en su nombre entre el pueblo cubano. Ojalá todos compartiéramos su espíritu de fe y de esperanza en todo lo que hacemos.
Nuestra presencia marista en Cuba hoy constituye un capítulo más en la larga historia de las buenas obras del Instituto en esta parte del mundo; historia que nos recuerda en este día el 60º aniversario de la creación de la Provincia de Cuba-América Central, gracias a las fundaciones hechas en los años anteriores a 1949 por los hermanos de México y de Colombia. Los numerosos exalumnos de nuestros colegios maristas en el país que aún viven son el recuerdo continuo de todo el bien que ha sido realizado por tantos a lo largo de los años pasados. La cálida acogida y receptividad de una nueva generación de cubanos constituye un recuerdo de todo lo que aún falta por hacer.
Nuestra fundación en Cuba pasa ahora de las manos de la Administración general en Roma a la Provincia de América Central. Agradezco al H. Hipólito Pérez, Provincial, y a los hermanos de esta unidad administrativa por su disposición para acoger a los hermanos de Cuba y responsabilizarse de la presencia, la vida y misión maristas en este país. Agradezco también la colaboración inestimable de la Provincia de México Central para este proyecto de refundación y, más recientemente, de las Provincias de Santa María de los Andes y de Rio Grande do Sul (con el Distrito de Amazonia).
La fe es un precioso regalo y aquellos de nosotros a quienes se nos concede el privilegio de ayudar a edificarla en otros somos sin duda bienaventurados. Ruego para que Marcelino esté muy presente hoy entre ustedes y para que él junto a María, nuestra buena Madre, sean sus compañeros permanentes en los tiempos que vienen, a medida que la presencia marista echa nuevas raíces en el país. Que los jóvenes puedan siempre beneficiarse de nuestra dedicación y que Dios les bendiga a cada uno de ustedes hoy y en los años futuros.
Bendiciones y cariño,
Hermano Seán Sammon, FMS
Superior General