El grupo de 43 alumnos que el 19 de Marzo recibieron por primera vez el dulce Manjar de los Angeles presentaba un hermoso cuadro de pureza y de nitidez muy poco común que cautivaba el ánimo de todos los fieles asistentes. Los trajes impecablemente blancos que lucían, enmarcados por el altar primorosamente adornado, daba al Templo en conjunto de vivo esplendor que llenaba el corazón de una sublime fe en los destinos humanos. Y a este cuadro de belleza sin par, se unían en sublime concierto las notas solemnes del Coro del Colegio que componían las tiernas voces de otros alumnos.
Que grandeza poder sentir ya en sus corazones la llama que habrá de guiarlos siempre, en adelante, por los caminos del bien. Quiera Dios que no se extinga nunca la fragancia de ese hálito divino que obra tantos milagros y hace tanto bien a las almas.