LA VIRGEN CAMINO
En el caserío de Luyanó, a la salida de la ciudad de La Habana, en la esquina de una bodega en una pequeña urna de cristal, estuvo por muchos años la imagen de la Virgen. Le decían la Virgen del Camino.
Esta imagen de la Virgen que alguien colocó para proteger a los que viajan, estaba siempre adornada con flores. Muchos de los que por allí pasaban le pedían llegar sanos a su destino, y resolver sus problemas; a Ella se encomendaban con fe; con ese algo que nace del fondo del corazón y que pide con sincero deseo el bien para los que amamos...
La civilización se ajusta a las necesidades de la época. Camiones, autos y ómnibus necesitan caminos amplios. Para la carreta, el coche y el carretón el camino estrecho no importa. Pero camino estrecho o ancho, ahora como entonces la imagen de la Virgen está allí, porque es lo que perdura. Porque seguirá siendo siempre el consuelo para los que sufren, la fuente de gracia para los que tienen fe en Ella... Y pasaron los años…
Y un día esa esquina sufrió gran transformación. Se derrumbaron casas, se construyeron amplias avenidas, grandes parques y plazoletas; todo quedó diferente a como era antes... Pero siguió allí la imagen de la Virgen, en aquel nuevo parque de la barriada de Luyanó, pero no en la urna pequeña, sino dentro de un monumento arquitectónico formado por 16 columnas, inaugurado el 20 de Mayo de 1948. La inspiración privilegiada de la escultora Rita Longa, interpretó fielmente la fe popular plasmándola en una bella imagen bronceada; concibió con dicha imagen un símbolo de amor, de protección, y de piedad, representativa de la devoción a la Santísima Virgen; una figura alegórica que, como la Madre de Dios, es brújula, faro y guía para los caminantes de la tierra. Concepción de artista y obra de arte que se ha convertido en instrumento de la Divina Providencia para ayudar a tantos infelices: la Virgen del Camino. Rostro beatífico de mujer, túnica y mantos como mecidos por el aire... la rosa de los vientos entre sus manos y muy cerca del corazón... la mirada hacia lo alto, al confín, a la distancia, al destino… Una fuente de agua fresca le sirve de base; un penacho de palmeras flota en el centro del agua y la Virgencita criolla parece florecer como un milagro, del centro mismo de las pencas. La figura escultórica es todo un poema de belleza que se cobija bajo una pérgola de luz.
¡El pueblo no podía permanecer insensible a esta presencia hermosa, y la devoción popular se postró de hinojos ante la Virgen del Camino! Le rezan, le piden perdón, imploran gracias, le llevan flores, y el agradecimiento deposita limosna día a día en la fuente de agua fresca. Dar es la suprema bondad de las almas generosas y estos donativos que se hacen a la Virgen del Camino, se traducen en verdadera obra de caridad: su destino es la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana.
Todos los días alrededor de las 10 de la noche, con tres alumnos, acompañados de empleados responsables de la Institución, se procede a la recogida del dinero, que la generosidad del pueblo deposita diariamente en la fuente de la Virgen del Camino, y se introduce en una valija preparada al efecto que lleva un candado abierto, y una vez recogido todo el dinero se cierra a la vista del público y se lleva para la Beneficencia donde se guarda en lugar seguro. Al siguiente día se hace una relación, especificando el número de monedas, billetes y objetos que se recibe. Una vez anotado en el libro Auxiliar y en el de Actas, se lleva y se deposita en un Banco en una cuenta especial abierta a tal efecto, denominada Donativos Virgen del Camino. Regularmente la Casa de Beneficencia celebra un acto en el Parque de la venerada Virgen del Camino.
Es un homenaje a la Santísima Virgen y una manera de expresar al pueblo el agradecimiento de la Casa Cuna. Para esta fiesta se engalana la pérgola con guirnaldas floridas; coro de niñas vestidas de ángeles hacen su ofrecimiento de flores, cual un domingo de mayo ante un altar de María; se recita, se reza y la Banda de la Beneficencia interpreta un alegre y selecto programa musical. Y allí, sentados en sitio preferente, los niños lisiados, los que a través de esas limosnas han adquirido aparatos ortopédicos, muletas y demás que requería su enfermedad, "son el testimonio vivo de que nunca han tenido más milagroso destino" las limosnas de un pueblo devoto y piadoso. Ese destino es el milagro vivo, palpable, que realiza a diario esta milagrosa Virgen del Camino, como un prodigio de inagotable amor hacia sus hijos.
Todos aquellos que depositan sus limosnas en la fuente de la Virgen del Camino, tienen un lugar en el corazón de los niños expósitos, de las Hermanas de la Caridad y de todos los que viven bajo el amplio techo de amor de la Casa Cuna... Y en las oraciones de los favorecidos se eleva siempre una plegaria por ellos:
¡Qué Dios proteja y ampare a las almas buenas que llevan sus limosnas a la fuente de la Virgen del Camino!
NOTA. Esto es copia de un artículo publicado hacia 1950 en la revista HABANO, órgano de la Comisión Nacional del Tabaco Habano. En el original no aparece el nombre del autor.