A LA VIRGEN DEL RECUERDO
Dulcísimo recuerdo de mi vida,
Bendice a los que vamos a partir...
¡Oh¡ Virgen del Recuerdo dolorida,
Recibe Tú mi adiós de despedida,
Y acuérdate de mí.
¡Lejos de aquestos tutelares muros,
Los compañeros de mi edad feliz,
No serán a tu amor jamás perjuros;
Conservarán sus corazones puros;
¡Se acordarán de Ti!
Mas siento al alejarme una agonía
Cual no la suele el corazón sentir...
En palabras de niños, ¿quién confía?
Temo... no sé qué temo, Madre mía,
Por ellos y por mí…
Dicen que el mundo es un jardín ameno,
Y que áspides oculta ese jardín...
Que hay frutos dulces de mortal veneno,
Que el mar del mundo está de escollos lleno,
¿Y por qué estará así?
Dicen que por el oro y los honores,
Hombres sin fe, de corazón ruin
Secan el manantial de sus amores,
Y a su Dios y a su Patria son traidores,
¿Por qué será así?
Ellos, ¡ingratos!, de pesar te llenan...
¿Seré yo también sordo a tu gemir?
¡No!... Yo no quiero frutos que envenenan,
No quiero goces que a mi madre apenan,
¡No quiero ser así!
En los escollos de esta mar bravía,
Yo no quiero sin gloria sucumbir;
Yo no quiero que llores por mí un día,
No quiero que me llores, Madre mía...
No quiero ser así.
Y mientras yo responda a tu reclamo,
Mientras me juzgue con tu amor feliz
Y, ardiendo en este afecto en que me inflamo,
Te diga muchas veces que te amo,
¿Te olvidarás de mí?
¡Ah, no, dulce recuerdo de mi vida!
Siempre que luche en peligrosa lid,
Siempre que llore mi alma adolorida,
Al recordar mi adiós de despedida,
¡Te acordarás de mí!
Y en retorno de amor y fe sincera,
Jamás sin tu recuerdo he de vivir.
Tuya será mi lágrima postrera...
¡Hasta que muera, Madre, hasta que muera,
Me acordaré de Ti!
Tú en pago, Madre, cuando llegue al plazo,
De alzar el vuelo al celestial confín,
Estrechándome a Ti con dulce abrazo,
No me apartes jamás de tu regazo.
¡No me apartes de Ti!
Julio Alarcón, S.J.