Lo dicho ayer nos lleva a pensar que también estaba allí María y así ha sido Ella representada con frecuencia por los artistas.
Ella estaba llena del Espíritu Santo desde el principio y en la Anunciación le había dicho el ángel: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra." (Lucas 1, 35)
El Espíritu Santo fue enviado a la Iglesia para que nos santifique. María no puede quedar al margen de esa misión salvadora.
Ella es, Madre de la Iglesia, como lo proclamó el Segundo Concilio Vaticano.
A ella debemos pedir por S.S. el Papa, los Obispos y los sacerdotes, para que sean verdaderos pastores y guías de los fieles.
A ella debemos encomendar la conversión e los pecadores y la llegada de nuevos miembros a la Iglesia Católica.
A Ella debemos acudir para que nos ayude a no apartarnos del fin sobrenatural de nuestra salvación, fin por el cual su Hijo murió en la cruz.
Repitamos hoy la invocación de las letanías de la Virgen:
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.